Muy pocos hubieran puesto la mano en el fuego hace días si se les hubiera dicho que el Real Madrid iba a ganar sus tres partidos más importantes de la temporada en su particular "semana fantástica". Tres éxitos (victoria en el Camp Nou en Copa, victoria en el Clásico en la Liga y victoria en Old Trafford en Champions) que han volteado la situación de los blancos y también las sensaciones. Ahora es el Barça el que teme un patinazo de aquí al final de la campaña. Y por eso reacciona como ha reaccionado.
La posibilidad de quedar fuera de dos de las tres competiciones en juego en dos semanas a falta de meses para terminar el curso es muy patente. Y lo peor para ellos es que daría alas al Real Madrid. Y saben que, con Décima de por medio, cualquier victoria en la Liga será menor.
En el día de hoy, uno atiende a los medios de comunicación y encuentra más noticias relativas a la expulsión de Nani que a la segunda parte del Real Madrid. Las tertulias se centran en poner a parir a Mourinho por decir cosas que no ha dicho en lugar, por ejemplo, de elogiar el primer gran partido de Luka Modric con la camiseta blanca. La victoria, señores, hay que taparla. Emborronarla. Mancharla. Hastainfracciones de tráfico de hace una semana son válidas para ser publicadas y que se hable lo menos posible del choque.
Eso es lo que pretenden en la caverna, donde andan temerosos. Es normal. El Barcelona ha perdido tres de sus últimos cuatro partidos y ganó en el alambre al Sevilla en casa. No vivían una situación así desde hace mucho, muchísimo tiempo, y el vértigo ante un posible descalabro aflora. No tanto por sus pecados, sino porque ven al Real Madrid resurgir al tiempo que en su propia casa crecen las dudas. Descabezados, desconfiados de su entrenador interino, ya han empezado a surgir síntomas de que, al menos, se piensa en que la cosa puede salirse de la línea recta: Ruedas de prensa en tono de crisis, críticas a árbitros, comidas de hermandad... ¿no era Can Barça la tierra prometida donde nunca sucedían esas cosas?.
Parece ser que no. Que son de carne y hueso, como su eterno rival. Un eterno rival que ha sabido humillarles en su propia casa y ganarles siete días después con un equipo plagado de suplentes. Que les ha derrotado sin hacer ruido. Sin la violencia que siempre denunciaron y que realmente nunca hubo, pero que ahora no pueden ni esgrimir. Y lo piensan. Lo están pensando. ¿Y si ganan la Décima? ¿Ysi ganan la Champions y la Copa del Rey? ¿Y si...?
El origen de todos sus miedos, por encima incluso de las derrotas contra el Madrid, es la Champions. El Barça puede remontar contra el Milan, es cierto. Pero lo tiene muy complicado. La posibilidad de quedar fuera de dos de las tres competiciones en juego en dos semanas a falta de meses para terminar el curso es muy patente. Y lo peor para ellos es que daría alas al Real Madrid. Y saben que, con Décima de por medio, cualquier victoria en la Liga será menor.
Por eso hoy toca tergiversar, enredar. Por eso hoy se dice que Mourinho debería aprender a no hablar mal de los árbitros cuando le perjudican porque ayer le beneficiaron, cuando no sólo no lo hicieron, sino que Mourinho habló ayer de los árbitros justo como ellos quieren que hable y siempre denuncian que no hace: Si él dice que la expulsión de Nani era amarilla, ellos lo omiten y dicen que se queja; Si dice que el mejor equipo perdió ayer, por el Manchester, ellos dicen que calla cuando le benefician. No existió nunca un mayor descaro a la hora de mentirle a la gente.
¿Y saben por qué? Porque tienen miedo. Temen que, después de todo, Mourinho gane y se salga con la suya. Eso es lo que pasa.
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