El barcelonismo vivió anoche un par de horas de éxtasis y hoy se levanta muy eufórico, ya que logró golear al Milan y remontar el 2-0 cosechado en tierras italianas para pasar a cuartos de final de la Champions. Se vende su "hazaña" como una gesta increíble y una remontada histórica. Sin embargo, la pregunta es: ¿Fue para tanto?.
A buen seguro, un equipo bien ordenado y bien entrenado no hubiera permitido eso. Un equipo de Mourinho no habría tirado a la basura la eliminatoria.
La sensación antes del choque, incluso para muchos barcelonistas, es que el equipo culé lo iba a tener muy complicado. Se creía que, aunque el Milan sea inferior al Barcelona por plantilla y recursos, es un equipo de Champions lo suficientemente serio como para poder aguantar una ventaja de dos goles durante noventa minutos. La realidad demostró que había ido a la ciudad Condal a pasearse y hacer compras en el Mercado de la Boquería. Y que el Barça les hubiera metido los goles que hubieran hecho falta. ¿Qué mérito tiene eso?.
El Milan ha demostrado ser un equipo patético. Existirían dudas sobre la posición que ocuparía en la Liga española de jugar siempre como jugó anoche, aunque está bastante claro que pelearía más por no bajar a Segunda que por estar siquiera entre los diez primeros. El nivel que mostró fue lamentable. Y lo peor de todo es que, además de eso, realizó un planteamiento en el que bien podría haberle puesto una alfombra roja a su rival.
¿A qué jugó el Milan? En cualquier cabeza medianamente amueblada cabe el concepto de que si se ha ganado por 2-0 en la ida contra un equipo como el Barça, será imposible estar tan acertados en el choque de vuelta fuera de casa y también lo será que los culés no salgan de forma distinta también. ¿O acaso el equipo italiano esperaba otro encuentro como el de San Siro? Sería de traca pensar que los culés no iban a saltar al césped a comérselo. Y, sin embargo, los transalpinos plantearon una táctica consistente en suicidarse.
Viendo el partido anoche, uno no sabe si el Milan quiso atacar o defender; Lo suyo habría sido poner siete autobuses delante de la portería, o, si no se quiere hacer eso, al menos juntar mucho las líneas. Los italianos jugaron abiertos, muy estirados sobre el campo y dejando innumerables espacios. Permitieron a los futbolistas del Barça recibir entre líneas, girarse y encarar (de ahí viene el 1-0 en el minuto 5). El juego agresivo que deberían haber mostrado desde el primer segundo para parar cualquier ataque rival sólo salió a relucir después del 3-0.Cuando recuperaban el balón lo perdían en tres segundos cuando tampoco estaban demasiado asfixiados por una presión azulgrana que hace tiempo que ya no es la misma. Y en el segundo tiempo, marcharse arriba a buscar a los azulgrana fue una invitación a la goleada. Lamentable.
A buen seguro, un equipo bien ordenado y bien entrenado no hubiera permitido eso. Un equipo de Mourinho no habría tirado a la basura la eliminatoria. En Barcelona están exultantes porque han ganado por 4-0 a una broma de equipo, a una banda. A eso le llaman "gran remontada". Mientras, el Madrid tuvo que remontar un resultado adverso en todo un estadio como Old Trafford, ante uno de los mejores equipos de Europa, y sólo en 45 minutos. Eso es remontar.
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